¿Recordáis aquel anuncio de BMW de principios de siglo en el que se veía la mano de un hombre en la ventanilla del coche? Los espectadores podíamos notar la sensación de libertad y comodidad de ese instante… La velocidad y la emoción de estar conduciendo un BMW aunque realmente no lo estuviésemos conduciendo.
A menudo pienso en este spot publicitario cuando un paciente me narra que ha experimentado uno o varios ataques de pánico y tiene miedo de volver a sufrirlos. Es esa sensación. No lo experimentan, pero viven como si lo fuesen a experimentar en cada minuto.
En este artículo hablaremos sobre TODO lo que debes saber de los ataques de pánico.
El ataque de ansiedad
En primer lugar es importantísimo delimitar qué es y qué no es un ataque de pánico, ya que las crisis de ansiedad tienden a banalizarse entre la población. Es muy común escuchar decir a personas de nuestro alrededor haber “sufrido” una crisis de ansiedad ante un evento que les impactase (por ejemplo, haber recibido una mala noticia o tener que hacer una exposición ante un público considerable). Sin embargo, en la gran mayoría de situaciones estas reacciones de ansiedad (elevación del ritmo cardíaco y respiratorio, sudoración…) son normales y tienden a desaparecer a los pocos minutos.
Atendiendo a los criterios del Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-5), el ataque de pánico es un miedo o malestar intenso que se inicia bruscamente y puede durar entre 15 min/1 hora, aunque los primeros 10 minutos son los de mayor intensidad. Los síntomas más comunes los podéis encontrar en la imagen de abajo:
No obstante, y quizás sea este uno de los puntos diferenciales que nos permitan diferenciar un ataque de pánico de un estado de nerviosismo normal, en las crisis de ansiedad se suelen presentar conjuntamente algunos de los siguientes síntomas cognitivos, que generan terror a las personas que las sufren (sobre todo la primera vez que lo viven):
- Miedo a volverse loco
- Miedo a morir (normalmente está relacionado con el miedo a estar sufriendo un infarto)
- Desrealización (sentir que el mundo exterior a ti es irreal, como si nada de lo que está pasando es cierto)
- Despersonalización (verte a ti mismo fuera de tu cuerpo, como un fantasma)
Los síntomas más comunes son los dos primeros, pero el hecho de experimentar desrealización o despersonalización es tan impactante que la persona puede desarrollar una fobia a volver a sentir esa sensación.
Causas del ataque de pánico
Las causas por las que podemos padecer un ataque de pánico son múltiples aunque, como ya os podéis imaginar, todas son dependientes de un estado de ansiedad. Las situaciones donde es más común padecer un ataque de pánico o ataque de ansiedad son:
- Enfrentándose a una fobia: es la situación más frecuente. Si tienes miedo a conducir, el simple hecho de ponerte al volante y arrancar el coche puede desencadenar un ataque de ansiedad. Las crisis de ansiedad son un indicador de gravedad dentro de las fobias. Por lo tanto, si la persona que está leyendo esto padeciese alguna fobia acompañada de ataques de pánico, le aconsejamos encarecidamente que consulte con un profesional.
- Situaciones de estrés agudo: es la segunda situación más frecuente. En situaciones de malestar acusado (muerte de un familiar, haber perdido el trabajo con dificultades económicas, enfrentarse a unas oposiciones) la persona puede llegar a sufrir una crisis de angustia. Sin embargo, cabe destacar que estas crisis son reacciones normales y, a no ser que se prolonguen durante varias semanas o meses después del evento estresante, no son objeto de tratamiento en terapia.
- Experiencias cercanas a la muerte/que comprometan nuestro bienestar físico: con estas experiencias nos referimos a haber sufrido un infarto, crisis comiciales, ataques epilépticos, y en general cualquier enfermedad que pueda suponer un riesgo a la propia vida de la persona si no es adecuadamente controlada. No es frecuente padecer ataques de pánico en estas situaciones, pero si se llega a experimentar, la probabilidad de que los ataques se repitan es muy alta y sin duda es necesaria la intervención psicológica. Con el siguiente ejemplo se entenderá a la perfección:
Estás en un festival con tus amigos. Es verano, hace mucho calor, llevas dos días durmiendo muy mal, con mucha fiesta (has consumido alcohol y además no has bebido suficiente agua). Vas caminando hacia el festival con muchísima gente y de repente comienzas a encontrarte mal. Te desmayas y te despiertas en la ambulancia. Te había dado una crisis comicial (“crisis epiléptica”). Asustado, acudes al médico y te hacen pruebas neurológicas. Descartan que padezcas epilepsia o cualquier trastorno que pudiese provocarte esa crisis. Sin embargo, cada vez que tienes que salir de casa te encuentras intranquilo. En el supermercado te agobias, yendo a clase te agobias y un día en el centro comercial te encuentras muy nervioso. Tu respiración y corazón van muy rápido, empiezas a sudar y a temblar y crees que te va a volver a dar un ataque epiléptico, por lo que escapas de allí y vas corriendo a urgencias, donde simplemente te dan un tranquilizante. Desde ese momento empiezas a evitar sitios donde haya mucha gente, donde haga calor, o cualquier situación que creas que pueda provocar un nuevo ataque.
Este ejemplo es muy ilustrativo de la fase de desarrollo del trastorno de pánico. Posiblemente esta persona cada vez saldría menos y tendría con mayor facilidad otros síntomas de pánico en situaciones cada vez más cotidianas (en el supermercado, en clase…).
- Trastorno por ataque de pánico: se trata del miedo a tener un ataque de pánico. ¿Cómo es posible esto? Imagina que estás en el sofá de tu casa tranquilo viendo tu serie favorita y de repente… ¡! Empiezas a marearte, tus pulsaciones empiezan a incrementarse junto a tu ritmo respiratorio, sudas, te tiemblan las manos. Crees que vas a morir y te desmayas. Desde ese momento desarrollas terror a volver a vivir esa sensación, y las 24h del día estás supervisando que tu cuerpo funcione bien. Paradójicamente, cuanto más tratas de controlar tu cuerpo, más nervioso te pones y acabas desarrollando nuevos ataques de pánico. En tu casa, en el trabajo, en el supermercado, en un bar con tus amigos. Es sin duda uno de los trastornos mentales más limitantes. Es como ver ese anuncio de BMW. Puedes sentir la hpresión de volver a tener un ataque de pánico. Todo tu cuerpo está expectante porque no entiendes la causa.
Qué hacer ante un ataque de pánico
A distintas causas de ataques de pánico, también existen distintos abordajes. Aquí estableceremos unas líneas generales que hay que seguir a la hora de atajarlos.
En primer lugar, para contrarrestar el ataque de pánico lo primero que tenemos que saber es cómo detectarlo, ya que normalmente una de las características principales del ataque de pánico es que genera la sensación de que vamos a morir de un infarto o volvernos locos. Ciertamente algunos síntomas de la crisis de ansiedad son comunes a los del infarto (sensación de mareo, sudoración, dificultad para respirar, cambio en el ritmo cardíaco…), pero existen una serie de características que nos permiten diferenciarlos:
- Los síntomas son cualitativamente distintos. En el ataque de ansiedad la taquicardia es intensa y puedes notar pinchazos en el pecho, mientras que en el infarto de miocardio aparece un dolor aplastante en el pecho, que suele extenderse a hombros, cuello o brazos (en mujeres esta opresión puede sentirse en el abdomen en vez de en los brazos).
- Otra característica diferencial es la duración. Un infarto suele ser breve. Dura unos pocos minutos. Mientras tanto, un ataque de ansiedad puede durar horas.
- Por último, también hay diferencias en la intensidad. El ataque al corazón es igual de intenso en todo momento e incluso puede llegar a incrementarse. Por otro lado, la crisis de angustia tiene un pico de intensidad y poco a poco va disminuyendo. Además, el dolor del infarto no cambia según la postura o movimiento que adoptemos, mientras que el del ataque de pánico sí.
El simple hecho de saber que estamos ante un ataque de pánico alivia en gran medida la intensidad de éste, pues entendemos que estamos fuera de peligro y nuestra mente se relaja. En este momento es cuando hay que pasar a la acción.
- Buscar un lugar tranquilo donde poder sentarnos o incluso tumbarnos Una vez ahí comenzaremos a respirar lentamente. Si no somos capaces de bajar el ritmo respiratorio, podemos buscar apoyo en otra persona. Le pediremos que apriete nuestra mano contra su pecho, y trataremos de respirar a su ritmo. Al cabo de 15/20 minutos notaremos cómo la sintomatología ha desaparecido prácticamente.
- Reincorporarnos a la actividad que estuviéramos haciendo en ese momento. Las personas de nuestro alrededor nos sugerirán, en un gesto de amabilidad, que nos retiremos de la situación. Sin embargo, es totalmente contraproducente. Nuestro cuerpo tiene que aprender tan pronto como sea posible que esa experiencia concreta no supone ningún peligro para nosotros. Retirarnos de la situación puede hacer que nuestro cuerpo posteriormente desarrolle (por asociar el ataque de pánico a estar haciendo esa actividad) fobia a la situación.
Con estos sencillos pasos es suficiente para atajar un ataque de pánico en una situación normal.
En caso de que los ataques ocurriesen recurrentemente, fuesen parte de una fobia o directamente fuesen parte de un trastorno de pánico o agorafobia, aconsejamos que consultéis con un especialista.
Los psicólogos tenemos múltiples y diversas formas de actuar ante este fenómeno. Cuanto antes se acuda al especialista, más sencilla y corta en el tiempo es la intervención. La terapia más común en estos casos es la terapia de exposición (exponerte gradualmente a la situación que genere la respuesta de pánico, de manera que tu cuerpo aprenda de nuevo que no existe ningún peligro).
En Clínica Balión actuamos en estos casos con dos estrategias. Nuestra primera opción es la reconsolidación termal, a la cual dedicaremos en un futuro un artículo entero ya que es una intervención única en el mundo debido a que la diseñó nuestro propio equipo. Como segunda opción utilizamos la terapia de exposición junto a la terapia metacognitiva (no solamente planificamos la exposición a las situaciones gradualmente, sino que la acompañamos de estrategias atencionales que permitan desactivar la resistencia natural que tienen las personas de exponerse a aquellas situaciones que temen). Esto nos permite que el tratamiento sea mucho más corto en el tiempo y suponga un esfuerzo menor para el paciente. Actualmente tenemos un equipo de psicólogos en Santiago de Compostela, un equipo de psicoterapeutas en Pontevedra, además de contar con un servicio de psicoterapia online.
En conclusión, de lo que estamos seguros es que, por muy cómodo y excitante que pueda ser conducir un BMW, éste no tendrá ningún efecto en la mejora de los ataques de pánico.
Psicólogo General Sanitario, graduado en Psicología en la Universidad de Santiago de Compostela.
A mi me sucede una cosa rara, voy conduciendo tranquilamente, pero de repente en una recta de autopista, me viene una sensación extraña , como cuando estás en una montaña rusa y de repente bajas, y me vienen esas ganas irrefrenables de pisar el freno, no he llegado a frenar del todo, pero he bajado a 60 en una autopista. De todos modos llevo ya dos años que no conduzco, problemas económicos tuve que deshacerme del coche. Tengo la idea de que el coche va a derrapar y salirse de la autopista, por ejemplo un modelo con chasis alto como un todo terreno, me es imposible conducirlo en autopista, porque apenas hay una curva enseguida noto la fuerza centrífuga, el problema es cuando la curva es a la derecha y da la sensación de que el vehículo va a volcar por el lado del conductor. Y para colmo salió un programa en la tele de accidente de coches, como los coches llevan cámara pueden grabar. en ese programa he visto gente que van conduciendo a una velocidad normal, sin lluvia, y de repente derrapa el coche y a veces vuelca, son coches utilitarios, no son deportivos que tienen tracción trasera y motor atrás, los Porsches. , El problema es que limita la búsqueda de empleo en donde tienes que conducir y coger autopistas e ir rápido.
Hola Morgan, lo que comentas tal y como lo describes es una respuesta de miedo (que se puede manifestar de formas diferentes según cada persona). Además ese miedo se ve alimentado cada vez que, digamos, evitas una situación en la que tengas que conducir. Imagínate que tienes que hacer un viaje largo y vas por autopista, de repente empiezas a notar esa sensación que describes y te sientes incómodo así que reduces la velocidad. Esto te alivia así que para tu cerebro es una confirmación de que eso era peligroso, por lo tanto tiene sentido seguir señalizando peligro cuando coges un coche. Lo mismo pasa con el resto de situaciones ya que suele ir generalizándose (si para tu cerebro ir conduciendo con el coche es peligroso es de esperar que todas las situaciones que lo involucran también lo sean). Como dices es un problema limitante y es útil trabajarlo con un profesional. Además, es de los problemas psicológicos con una intervención más eficaz. Si lo deseas, puedes reservar un análisis gratuito en nuestra web por si quieres resolver alguna duda personal o te gustaría saber cómo recibir ayuda.
Un abrazo!