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Principios del entrenamiento y la Rehabilitación. La importancia del paciente.

Vamos a ponernos en situación. Termina el verano, esa época maravillosa cuyo ambiente te pide inhibirte, disfrutar de tu tiempo libre y pasarlo con la gente que quieres…pero sin darte cuenta, llega septiembre y con ello el comienzo de un nuevo ciclo, algo para lo que no estabas preparado/a y por lo tanto tu mundo empieza a derrumbarse. No te acordabas de todo aquello que tenías que retomar y por ello te sientes triste y con pocas ganas de volver a tus obligaciones. Es muy común ante esta situación comenzar a plantearte objetivos y retos nuevos para coger el fin del verano con motivación, y entre ellos está realizar ejercicio físico para quemar esas cañas que se adhirieron a ti con mucho cariño. Un amigo/a y tú os armáis de valor y acudís a un centro deportivo a apuntaros. En menos de dos minutos, y siendo generosos, estáis dados de alta y os dejan a ti y a tu compañero/a a vuestro libre albedrío con una plantilla a seguir sin indicaciones salvo una imagen representativa del ejercicio. Pasan dos meses y empiezas a notar resultados, pero no los que te esperabas. Te duele la espalda, sigues en el mismo peso, te aburre el entrenamiento y por lo tanto pasas de ir tres días a la semana a ir dos, luego un día y finalmente ninguno.

Han pasado solamente dos meses del comienzo de tu nuevo ciclo y ya has fracasado en tu objetivo, esto hace que no vuelvas a plantearte un algo tal porque ya das por hecho que no vas a conseguirlo…y si te digo que no ha sido fracaso tuyo si no del profesional que debería estar a tu cargo. Es el deber del educador físico utilizar una metodología de trabajo adecuada que se base en saber que necesitas, que quieres, si tienes algún tipo de patología o lesión, cuáles son tus metas u objetivos y dedicarte el tiempo necesario para conseguirlos. Es el deber del educador físico respetar los derechos del paciente que aseguren una condición física, mental y social óptima, aplicar medios y protocolos para establecer parámetros de intervención, logrando así una vida activa y productiva.


Principios y medios


Hay pacientes muy conversadores, agradecidos, callados, distantes, cercanos, con grandes dolencias o aparentemente ninguna, con patologías o sin ellas…pero independientemente de ello sois personas que depositáis en nosotros vuestra total confianza y de esta manera recae una gran responsabilidad ética y práctica. Me gusta resumir esta responsabilidad en cinco principios generales: Responsabilidad, Información, Veracidad, Autonomía y Saber hacer. Todos ellos engloban los derechos del paciente en base a unos datos proporcionados por él, sacamos conclusiones sobre sus objetivos y necesidades, y en base a estos buscamos información científica y veraz, proporcionando una propia autonomía seguido de una práctica individual y supervisada.

La forma de llevar a cabo la práctica puede ser muy variada y muchas de estas variaciones seguidas de su veracidad científica, lo que hace que la situación se complique, y más cuando los pacientes que acuden a ti dan por hecho que vas a conseguir sus objetivos y resolver sus dolencias en un par de semanas. 

El primer medio fundamental es la primera interacción. Esta es una interacción social muy importante en la que el educador físico debe adaptarse a la conversación dependiendo de como se desarrolle. Por lo general pueden presentarse 4 posibilidades:

  1. Ambos coincidimos en el planteamiento de objetivos o de reconocer la patología o dolencia. De esta manera hay una relación directa y el trabajo se facilita

  2. Ambos coincidimos que no hay ningún tipo de dolencia destacable. Podemos de esta manera plantear los objetivos sin ningún tipo de patología o impedimento motriz que dificulte el proceso. 

  3. Cuando el Educador físico no reconoce ningún factor de riesgo, pero el paciente insiste en que sí. Estaríamos ante el caso del hipocondríaco.

  4. Cuando el Educador físico reconoce un factor de riesgo, pero el paciente no lo acepta. De esta manera pasamos a utilizar una metodología de trabajo a ciegas

¿Por dónde comenzar?

Todo profesional que se precie del ámbito de la actividad física y la salud debe basarse en los principios mencionados anteriormente y además de seguir las siguientes pautas o indicaciones:

  1. Entrevista

Lo ideal sería tener a mano un cuestionario del propio centro donde trabajas que englobe preguntas que nos informen sobre el cliente, sus objetivos, dolencias, si sufre algún tipo de patología, historial médico, si ha practicado deporte anteriormente, etc.

  1. Evaluar los factores de riesgo

En base a la entrevista, comenzamos con establecer unos buenos cimientos y lo más importante es saber si nuestro paciente padece algún tipo de factor riesgo, patología o dolencia que dificulte o suponga un impedimento para la práctica. Es totalmente recomendable clasificar a los pacientes en base a su nivel de riesgo. Evaluamos la entrevista y en base a los hábitos de vida ligados a si padece algún tipo de dolencia o patología, podemos clasificar al paciente en tres niveles de riesgo:

  • Riesgo bajo: si padece un factor de riesgo o ninguno

  • Riesgo medio: sujetos mayores de 45-50 años o aquellos que tengan dos o más factores de riesgo

  • Riesgo elevado: sujetos con enfermedades a nivel cardiovascular, pulmonar, oncológico o metabólico.

  1. Presión arterial

La presión arterial es un indicador muy importante a tener en cuenta porque nos da una indicación directa de si nuestro paciente padece una buena salud cardiovascular. Además de que el problema de  padecer una elevad hipertensión arterial (HTA) es que no es algo que se note, y ahí esta el riesgo, ya que sus efectos pueden hacerse evidentes de manera repentina.

CATEGORÍA

SISTÓLICA

DIASTÓLICA

Hipotensión

<80

<60

Normal

80-120

60-80

Prehipertensión

120-139

80-89

Hipertensión nivel 1 (HTA 1)

140-159

90-99

Hipertensión nivel 2 (HTA 2)

>160

>100

Hipertensión nivel 3 (emergencia médica)

>180

>110

Son muchos los factores que afectan a la tensión arterial y estos deben de tenerse en cuenta y estar reflejados en la entrevista:

  • Ingerir alimentos que contengan cafeína

  • La hora del día

  • Fumar tabaco

  • Medicamentos que aumenten la tensión arterial

  1. Composición corporal y Índice de Masa Corporal

La composición corporal nos indica como se distribuyen las distintas composiciones de nuestro cuerpo, estas son: masa muscular, masa ósea, masa grasa y peso residual.

Dependiendo de cómo se distribuyan los pesos en cada uno de estas composiciones, tendremos un tipo de paciente u otro. Pasar este proceso bajo evaluación puede dar a bastante controversia por dos motivos. El primero es que el principal método de medición es el Índice de masa corporal que solamente tiene relación entre la altura y el peso (bajo mi juicio o opinión, este es un método poco preciso). El método más adecuado sería hacer un estudio antropométrico ya que este tiene como relación el peso, la altura y pliegues subcutáneos y es aquí donde se relaciona con el segundo problema, ya que poner en práctica este método puede producir que el paciente se sienta incómodo o que sienta vergüenza. 

Por ello aconsejo usar el Perímetro de Cintura-Cadera ya que es un método rápido y válido que determina la adiposidad visceral (factor de riesgo) indicador de riesgo de enfermedades cardiovasculares o metabólicas. Podemos establecer como valores de riesgo los siguientes:

  • Hombres: >102 cm

  • Mujeres: >88 cm

  1. Evaluación postural

El espacio que ocupa nuestro cuerpo en el espacio es indicador muy pasado por alto ya que nos advierte sobre la relación directa entras las distintas partes de nuestro cuerpo en base a la línea del centro de gravedad. En ella podemos observar asimetrías o alteraciones que no responden a la armonía del equilibrio de nuestro sistema neuromusculoesquelético. Cada paciente puede presentar diferentes características de posturas que pueden ser influenciadas por distintos factores de riesgo:

  • Obesidad

  • Actividades físicas sin orientación

  • Desequilibrios musculares

  • Anomalías congénitas

  • Problemas respiratorios

  • Debilidad ligamentosa

  • Enfermedades psicosomáticas


Conclusión

Vamos a ponernos de nuevo en situación. Se acaba el verano y estas lleno/a de energía de empezar tus nuevos objetivos y entre ellos está perder esas cañas que, sin saber como, se abrazaron a tu cuerpo con mucho cariño. Un amigo/a y tu acudís a un centro de entrenamiento y salud y os recibe un profesional que os dedica sobre 20-30 minutos de su tiempo a preguntaros, evaluaros, analizaros y comprender los objetivos o metas que queréis alcanzar. Después de la entrevista, las evaluaciones y los requisitos que sigue el especialista, sentís que estáis en las manos de un profesional que se preocupa por individualizar y supervisar nuestro entrenamiento consiguiendo vuestros objetivos mientras os divertís entrenando. 

Esta situación es la que debería de darse y el único motivo para que se cumpla es darse cuenta de la responsabilidad que es tratar con personas y por ello utilizar los métodos necesarios para evaluar, individualizar y prevenir factores de riesgo en las personas que depositan en nosotros su confianza.

La importancia de la Actividad Física en la Salud

Desde los inicios de la historia, el ser humano se ha ido adaptando a su entorno, un entorno podríamos decir físicamente activo, lleno de situaciones difíciles y adversas a las cuales había que sobreponerse y resistir. El Imperio Romano, por ejemplo, dada su época bélica, disponía de una gran cultura basada en la actividad física y el ejercicio físico y sus efectos en la salud, como por ejemplo la llamada gimnasia atlética o los “Campus”, espacios donde se jugaba o realizaba ejercicio físico. De esta manera, consigues un entorno activo con el cual el organismo produce adaptaciones positivas en el mismo.

Esto es posible gracias a un proceso llamado homeostasis, una propiedad del organismo que consiste en la capacidad de mantener una condición interna estable compensando cambios que se producen en el entorno. Pese a que este sea un término biológico, es una gran base que explica los cambios que realiza nuestro cuerpo para adaptarse a las circunstancias que varían en su entorno. La capacidad de adaptación es una habilidad presente en los seres humanos, que produce cambios aptitudinales, fisiológicos o psicológicos en nosotros mismos. Pero esta es una capacidad versátil y flexible que puede producir efectos tanto positivos como negativos.

Crisis de la época actual

Actualmente vivimos en una época tecnológica, y consumista, que ha producido un cambio muy drástico en la vida del hombre. Rodeados de facilidades, un entorno que facilita la conducta sedentaria y una gran industria alimenticia, nos somete a unos cambios que producen un gran riesgo a nuestro organismo. Se producen cambios a nivel metabólico (como puede ser la obesidad y la diabetes), cardiovascular (hipertensión, cardiopatías…) y otras más.

Parte del problema es cultural, la idea generalizada de que debemos acudir por ejemplo al médico cuando ya existe un problema. Nuestra sociedad actual, pese a los progresos actuales a la hora de concienciar a la población, no es completamente consciente de la importancia de la actividad física y una buena nutrición en nuestra salud.

¿Qué sucede si no hacemos ejercicio?

Como he mencionado anteriormente, en la actualidad se han realizado avances en lo que respecta a concienciar a la gente de la importancia de tener un estilo de vida saludable. Sin embargo, al menos un 60% de la población es inactiva. Los índices de obesidad y sobrepeso son más altos que nunca. El sedentarismo, junto a una mala alimentación, están causando un incremento de las personas que están en riesgo de padecer enfermedades metabólicas, pulmonares o cardiovasculares, además de sufrir las consecuencias de un sistema osteoarticular débil. De hecho, es ya una realidad el aumento de la presencia de estas enfermedades en rangos de edad que antes no eran considerados de riesgo.

¿Qué es la actividad física y el ejercicio físico?

La actividad física engloba cualquier movimiento corporal que suponga un gasto de energía produciendo un efecto en nuestro organismo. El cuerpo humano no funciona mediante compartimentos estancos, pero dependiendo del ejercicio realizado se producirá un efecto u otro en nuestro organismo produciendo mejoras musculares, respiratorias, cardiovasculares, metabólicas o psicológicas. El medio para conseguir estos efectos es el ejercicio físico, actividad que realizamos en momentos de ocio y tiempo libre con diferentes objetivos según cada persona. Hay quienes realizan ejercicio para distraerse después de un duro día de trabajo, otros para divertirse y hay quien lo hace por recomendación médica; pero todos consiguen el mismo beneficio: una mejor salud y prevenir efectos negativos producidos por el sedentarismo. En sí, practicar ejercicio físico de manera habitual tiene unos grandes efectos terapéuticos, como la mejora de la fuerza, de las capacidades funcionales del organismo y una mejora de la autoestima.

¿Qué debo hacer para comenzar a hacer ejercicio físico?

Si tienes un estilo de vida sedentario o no tienes experiencia en la práctica de ejercicio físico, te damos los siguientes consejos:

  • Escoge una actividad que te atraiga o sepas que te pueda gustar. Para crear adherencia a la práctica de actividad física, es necesario que esa actividad nos guste y nos fascine.
  • Conocer tus capacidades y límites. Hay que ser consciente de nuestro estado físico y no lanzarse a lo loco. Es muy importante empezar a hacer ejercicio de forma progresiva.
  • Siguiendo el punto anterior, tenemos que poner en práctica una progresión de la carga. Hay que comenzar poco a poco para que el cuerpo se adapte a un nuevo esfuerzo.
  • Descansar y alimentarse adecuadamente. Para que se produzcan los beneficios deseados es necesaria una buena alimentación seguido de un buen descanso

Malas prácticas. La importancia de un profesional del deporte

Como he explicado anteriormente, el cuerpo humano puede producir efectos tanto positivos como negativos. De los beneficios explicados anteriormente, también existen riesgos antes una mala práctica deportiva. Una mala ejecución de la actividad física puede producir lesiones físicas (problemas cardiovasculares, musculares, psicológicos…). Por ello, para conseguir los efectos positivos que buscamos es necesario disponer de la presencia de un profesional que conozca, organice, supervise e individualice nuestra práctica deportiva en función de nuestras necesidades.